El pasado 20 de enero de 2016 se cumplieron tres años de la muerte del fundador de la Escuela Veracruzana de Cine Luis Buñuel, Marcel Sisiniega. Recordado en sus últimos años como cineasta y emprendedor, de ese gran legado educativo en la ciudad de Xalapa, la aportación del director de “Una de dos” va mucho más allá en el panorama cultural mexicano. Autor de diversas obras literarias, Sisniega es sobre todo celebrado como el segundo Gran Maestro Internacional de ajedrez en México y como uno de los jugadores más importantes que haya visto este país.
Así, la madrugada de ese miércoles, en punto de la hora cero, inició un maratón de veinticuatro horas de ajedrez en el legendario café de la Naval, utilizando la mesa en la que el Gran Maestro jugó su última partida en aquel recinto, sede del Club de Ajedrez de Xalapa. La comunidad ajedrecística acudió gustosa a la cita y así trascurrieron las horas de la madrugada hasta la salida del sol.
Mientras los noctámbulos seguían su maratón, a las diez de la mañana, dentro de la sala cuatro del Ágora de la Ciudad, Antonio Acevedo enfrentó a amigos y extraños en partidas simultáneas de las que salió invicto con un solo empate. Entre los que llegaron a mover caballos, torres y peones, estuvieron Toño Ramos, rival de Marcel alguna vez años atrás, Abel Jácome, quien no dejó de recoger fragmentos para la historia del ajedrez en Veracruz que prepara sin descanso, e incluso, el pequeño Julian Sisniega, recordando a su padre con orgullo.
Por la tarde, la reunión fue en la sala principal del recinto cultural xalapeño por excelencia para descubrir una de las cintas más enigmáticas y profundas del cineasta: “En las arenas negras”. Dependientes de la única copia de la que se pudo disponer de aquella producción del 2002, tuvo que ser Raúl Criollo, amigo, cineasta, escritor, profesor (entre muchas más pasiones), quien tuvo que contar el final de la historia a causa de un lastimoso problema técnico con el material.
Así, sin más, se dio paso a lo rico del asunto, la mesa redonda. En el escenario, cuatro amigos/cineastas y dos rivales (en el ajedrez). Criollo, tras revelar el final de la historia en las faldas del Popocateptl, evocó anécdotas del rodaje. A su vez, el cronista xalapeño, José Zayden, hizo saber de los títulos a través de los años del Gran Maestro Internacional de la FIDE. Llegó el turno de Leo Mendoza para evocar a Marcel guiando al campeón mundial de ajedrez, Bobby Fischer, en búsqueda de una presentación de Rigo Tovar, artista al que el estadounidense se hizo adicto viviendo en El Paso. Martín Zapata habló de los comienzos del proyecto de la Buñuel y del perfeccionismo obsesivo de Sisniega. Fabrizio Prada hizo lo suyo relatando el origen del premio que ahora se entrega año con año en el Festival Mundial de Cine Extremo de Veracruz y que lleva el nombre del homenajeado, quien por cierto, murió después de haber asistido a la clausura de dicho festival en su edición del 2013.
La mesa la cerró Paco López, quien jugó por primera vez contra Marcel en una partida múltiple que, el apenas niño de 14 años, arrasó. Su comentario final fue en referencia al desconocimiento, compartido por muchos de los ajedrecistas de la ciudad, de que Sisniega vivió sus últimos años en Xalapa y el dolor de jamás haberlo cruzado. Se lamentó así de no haber compartido con él más que unos cuantos minutos, los suficientes para perder en cada ocasión, a lo largo de años y nunca haber podido conversar con el ser admirado, mucho menos haber podido ser su amigo. Para muchos de los presentes el lamento fue más allá, pues muchos no tuvimos la posibilidad de conocerlo ni como amigo ni como rival. Queda de consuelo el legado en ajedrez, en literatura, en cine y en educación para que podamos, a nuestra manera, poder conocer al gran genio.